Existen grandes brechas en las negociaciones sobre el Tratado de Alta Mar que se están llevando a cabo en Nueva York, entre ellas la magnitud de los informes de impacto ambiental frente a acciones como la anunciada por Japón de verter al océano Pacífico 1,29 millones de metros cúbicos de agua radiactiva de Fukushima.

Las negociaciones «están progresando», no obstante hay que superar aún varios puntos, señala en entrevista con EFE la experta en el tema de Alta Mar de la organización Pew Charitable Trusts de Estados Unidos, Liz Karan y directora del proyecto «Protecting Ocean Life on the High Seas» (Protección de la vida marina en alta mar).

En principio, marzo de 2022 es la fecha prevista para que los países integrados en Naciones Unidas presenten el Tratado que se negocia del 7 al 18 de marzo para proteger la biodiversidad en aguas internacionales, es decir más allá de las jurisdicciones nacionales marinas, y establecer normas de protección frente actividades como la pesca, la minería marina, el transporte de mercancías, la contaminación o la investigación.

Karan asegura que a pesar de que las negociaciones van lentas, «todo es posible», aunque ve difícil culminar en quince días una negociación tan amplia sobre todos los factores que confluyen en la protección del fondo marino fuera de la jurisdicción nacional (BBJN, por sus siglas en inglés) y que lleva mucho tiempo -más de 15 años- sobre la mesa.

Además, existen intereses y presiones de varios sectores que intentan obtener el máximo provecho en las negociaciones, reconoce Karan, quien, no obstante, señala que las organizaciones y representantes de la sociedad civil, después de dos años de retraso debido a la pandemia, solo pueden seguir las conversaciones vía telemática y muchas delegaciones nacionales negociadoras con la Autoridad Marina «son más reducidas».

Informes de impacto ambiental

Los informes de impacto ambiental sobre diferentes actividades o acciones que puedan afectar la vida marina es uno de los puntos más candentes para los negociadores que buscan la actualización de la Convención del Mar de Naciones Unidas de 1994. Un buen ejemplo de ello, según Karan, es el anuncio hecho por Japón de verter 1,29 millones de metros cúbicos de agua radiactiva de la central nuclear de Fukushima, que sufrió un accidente el 11 de marzo de 2011 tras un tsunami.

Este anuncio de las autoridades japonesas para 2023 tiene la oposición de los pescadores locales que temen ahora el cese definitivo de su ya mermada actividad por la contaminación de agua radiactiva, además del rechazo expresado por países vecinos como China y Corea del Sur.

Esta misma semana, un estudio de la expedición «OceanScientific Contaminantes del Mediterráneo 2020», que analiza la densidad de los compuestos químicos y orgánicos que contaminan el medio marino, reveló que España se posiciona por encima de la media en la contaminación química que vierte al Mar Mediterráneo.

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