La presión por producir más alimentos, o al menos por generar más dinero con la agricultura, está impulsando a las naciones a despejar bosques y humedales para utilizar en granjas y desviar la escasa agua dulce para cultivar en el desierto, lo que a su vez generara más cambios atmosféricos, creando un círculo vicioso de interrupciones en el sistema alimentario. Pero no tiene por qué ser así.
Cómo, dónde y cuánto cultivamos contribuye al cambio climático, que a su vez afecta todo, desde complejas cadenas de suministro hasta las semillas que plantamos.
¿Podemos adaptarnos? Y, lo que es igualmente importante, ¿cuán rápido?
270 millones: es el número de personas que se estima viven en condiciones de hambruna a fines de 2020.
17%: es el porcentaje de envíos de carne a la Unión Europea desde la región amazónica y Cerrado, la sabana de Brasil, que pueden estar relacionados con la destrucción ilegal de bosques, según un estudio publicado en Science.
8.300 millones de galones: es el déficit anual de agua en China Lake, California. Por que es importante Incluso antes de la pandemia de coronavirus, una impresionante cifra de 149 millones de personas vivía en condiciones de hambruna.
Para 2050, las Naciones Unidas proyectan que la población mundial será de 9.700 millones, rumbo a superar los 11.000 millones en 2100.
Si se suman los perturbadores efectos del cambio climático, estamos ante tiempos difíciles por delante.
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