La dependencia excesiva de los combustibles fósiles y la incapacidad para adaptarse al cambio climático se están pagando con millones de vidas cada año, con la salud y los medios de subsistencia de las personas en todos los rincones del mundo, un «panorama sombrío» que urge «la participación de todos».

Este miércoles se publica el noveno informe ‘The Lancet Countdown’ sobre salud y cambio climático, que solo por calor revela que la mortalidad por cada 100.000 habitantes aumentó un 23 % desde los años 90.

«Estamos muy preocupados», resumió en rueda de prensa Marina Romanello, directora ejecutiva de la iniciativa en el University College de Londres (UCL).

«El balance presenta un panorama sombrío e innegable de los devastadores daños para la salud (…), con amenazas nunca vistas provocadas por el calor, los fenómenos meteorológicos extremos y el humo de los incendios forestales que están matando a millones de personas».

El informe, dirigido por el UCL y elaborado en asociación con la Organización Mundial de la Salud y el trabajo de 128 expertos de 71 instituciones, afirma que el retroceso político en la acción climática y sanitaria amenaza con condenar a millones de individuos a un futuro de enfermedades, desastres y muerte prematura.

Publicado antes de la cumbre climática COP30 de Belém (Brasil) de Naciones Unidas, en el documento, 13 de los 20 indicadores que rastrean las amenazas a la salud alcanzan «niveles sin precedentes».

Los autores afirman que 2,5 millones de muertes anuales son atribuibles a la contaminación atmosférica provocada por la quema continua de combustibles fósiles.

2024 fue el más caluroso, con consecuencias catastróficas. A nivel mundial, las personas (promedio) estuvieron expuestas a un récord de 16 días calurosos adicionales que amenazaron su salud y «que pueden achacarse directamente al cambio climático».

Los más vulnerables (menores de un año y mayores de 65 años) experimentaron, en promedio, un máximo histórico de 20 días de ola de calor, un aumento del 389 % y 304 %, respectivamente, en comparación con el promedio anual de 1986-2005, recoge el documento publicado en la revista The Lancet.

Un nuevo indicador en el informe de este año revela que la mortalidad relacionada con el calor por cada 100.000 habitantes aumentó un 23 % desde los noventa del siglo pasado, con un total de muertes relacionadas que alcanzó un promedio de 546.000 anualmente entre 2012 y 2021.

Las condiciones más cálidas y secas también han propiciado los incendios forestales, donde la contaminación por partículas finas (PM 2,5) procedente del humo da como resultado una cifra récord de 154.000 muertes en 2024 (un aumento del 36 % con respecto al promedio anual de 2003-2012).

Mientras, el potencial de transmisión promedio para el dengue en todo el planeta ha aumentado hasta un 49 % desde los 50. A esto hay que sumar que en 65 países con poco acceso a energías limpias, la contaminación atmosférica derivada del uso doméstico de combustibles sucios dio como resultado 2,3 millones de muertes evitables en 2022.

En términos más generales, el informe destaca que el cambio climático está destruyendo cada vez más los medios de subsistencia, tensionando la economía y lastrando los presupuestos sanitarios.

La exposición al calor se vincula a un récord de 639.000 millones de horas potenciales de productividad laboral perdidas en 2024. Además, los costes de las muertes relacionadas con el calor en mayores de 65 años alcanzaron un máximo histórico de 261.000 millones de dólares.

De manera preocupante, continúa el texto, 15 de los 87 países responsables del 93 % de las emisiones globales de CO2 gastaron más en subsidios netos a los combustibles fósiles que en sus presupuestos sanitarios nacionales en 2023.

Estos son: Argelia, Angola, Azerbaiyán, Baréin, Venezuela, Brunéi Darussalam, Egipto, Irak, Irán, Kazajistán, Kuwait, Libia, Arabia Saudita, Turkmenistán y Uzbekistán.

Por otro lado, el texto denuncia que «envalentonados por el aumento de los beneficios y la fractura del consenso político, los 100 gigantes mundiales de los combustibles fósiles aumentaron su producción proyectada (a fecha de marzo de 2025), lo que llevaría a que sus emisiones de GEI -gases de efecto invernadero- superen casi tres veces los niveles compatibles con 1,5 grados para 2040».

Los bancos privados apoyan «esta letal expansión»: los 40 principales prestamistas del sector de combustibles fósiles invirtieron colectivamente la cifra más alta en cinco años, 611.000 millones de dólares en 2024 (un aumento del 29 % respecto a 2023). Esto superó sus préstamos al sector verde en un 15 %.

«La cruda realidad es que una de las mayores amenazas a la prosperidad humana proviene de líderes y empresas que están dando marcha atrás (…)», lamenta Nadia Ameli, copresidenta de uno de los grupos de trabajo.

El optimismo viene de lo más cercano. Mientras algunos gobiernos nacionales dan marcha atrás en los compromisos climáticos, el informe subraya que los ejecutivos locales, las personas, la sociedad civil y el sector sanitario están liderando el camino.

Como ejemplo, el propio sector sanitario, que ha demostrado «un liderazgo impresionante» mostrando una reducción del 16 % en las emisiones de GEI relacionadas con la salud a nivel mundial entre 2021 y 2022.

Hoy también se publica el Countdown (cuenta atrás) para América Latina, que identifica asimismo una alarmante intensificación y confluencia de los peligros climáticos.

Por ejemplo, menciona que la sequía agrícola récord (43,2 % de la superficie terrestre) y el mayor riesgo de incendios forestales, especialmente en Chile y México, agravan aún más la crisis.

Los incendios son ahora la tercera causa principal de pérdida de cobertura arbórea. Estos eventos extremos causaron pérdidas económicas por casi 19.200 millones de dólares en 2022.

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