La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE. UU., uno de los organismos de monitoreo de ciclones con mayor reputación, calificó la temporada de este año en el Atlántico como “extremadamente activa”.

La temporada ciclónica de 2020 encendió las alarmas de los científicos por un inusitado aumento de la actividad en comparación con los años anteriores. Un récord de 30 tormentas y destrozos en lugares que nunca habían visto un huracán de gran categoría han dejado incógnitas sobre sus posibles causas.

Y si bien su fecha de cierre se suele fijar el 30 de noviembre, la NOAA advirtió que en 2020 “es posible que haya tormentas tropicales que continúen desarrollándose después de ese día”.

De las 30 formaciones naturales generadas, 13 lograron convertirse en huracanes, incluidos seis de categoría mayor con vientos desde 111 a 178 kilómetros por hora.

Entre ellas estuvieron los poderosos huracanes Eta e Iota, que este noviembre arrasaron a su paso por Centroamérica y el Caribe, donde dejaron una estela de destrucción y muerte en Nicaragua, Honduras, Guatemala y el archipiélago colombiano de San Andrés.

Los meteorólogos y científicos coinciden en que son muchos los factores que influyen a la hora de la formación de huracanes en el Atlántico, pero durante esta temporada un aumento en la temperatura del océano, una poca cortante del viento y el influjo de un frío Fenómeno del Niño han contribuido a una tormenta perfecta.

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