La industria privada del seguro ha venido respondiendo de forma adecuada ante los riesgos climatológicos, pero la mayor frecuencia e intensidad de eventos catastróficos están haciendo que en zonas con exposición extrema aparezcan ‘pools’ de aseguramiento para cubrir huecos que deja el seguro privado.

Huracanes, incendios forestales, desprendimientos de glaciares, tormentas convectivas severas, granizo de gran tamaño, lluvias intensas y fuertes vientos han aumentado en frecuencia y severidad en los últimos años, lo que ha incrementado los daños, encareciendo las primas y endureciendo la suscripción de seguros.

Según datos de la reaseguradora AON, en el primer semestre de 2025 las pérdidas económicas ocasionadas por fenómenos climáticos alcanzaron los 162.000 millones de dólares (unos 139.000 millones de euros), cifra superior al promedio del mismo periodo del año 2000, cuando fueron de 41.000 millones de dólares (unos 35.000 millones de euros).

La cifra de los seis primeros meses de 2025 es la segunda más alta de la historia en un primer semestre, sólo superada por el primero de 2011.

Las pérdidas aseguradas -aquellas cubiertas por seguros y que no son todas las económicas que provocan las catástrofes- en el mundo ante desastres naturales en el primer semestre del año se estima preliminalmente en al menos 100.000 millones de dólares (unos 86 millones de euros), la cifra más alta desde 2011, en que ascendieron a 140.000 milllones de dólares (unos 120.414 millones de euros), y la segunda más alta registrada.

El total acumulado hasta junio de 2025 sitúa a este año, a la espera de lo que ocurra en el segundo semestre, entre los once con más pérdidas.

Según indican a EFE desde AON, hasta ahora la industria privada del seguro ha venido respondiendo de forma adecuada a los riesgos climatológicos, pero el aumento e intensidad de éstos han disparado los costes a la hora de contratar coberturas.

Por ese motivo, en las zonas geográficas que presentan una exposición extrema, como las inundables, en los últimos años han aparecido soluciones públicas o público-privadas, como los ‘pools’ de aseguramiento, que intentan cubrir huecos que surgen porque las aseguradoras privadas no quieren en ocasiones cubrir determinados eventos.

Estos ‘pools’ buscan mutualizar el coste para reducirlo o, simplemente, ofrecer una cobertura mínima para esos riesgos localizados en zonas identificadas como problemáticas.

Estas fórmulas, según AON, complementan al sector privado y en España desde hace muchos años existe el Consorcio de Compensación de Seguros (CCS).

Más recientemente han aparecido en otros países, como en Noruega el Nosk Naturskade Pool (NNPP), en Rumania el Pool-ul de Asigurare Impotriva Dezastrelor Naturales (PAID), en Turquía el Turkish Catastrophe Insurance Pool (TCIP), en Francia el Natural Catastrophe Scheme (Cat Nat) y en el Reino Unido el Pool Re.

Según el grupo de correduría y asesoramiento de riesgos Marsh, el crecimiento de las pérdidas aseguradas tuvo su inflexión en 2017.

El responsable de la unidad de reaseguro facultativo de Marsh para España y Portugal, Roberto Manzano, explica que ese año las pérdidas llegaron a los 130.000 millones de dólares (111.765 millones de euros) y en el periodo 2017-2025 ha habido seis años en que han superado los 100.000 millones de dólares.

Esto llevó a que las compañías de reaseguros, a las que las aseguradoras transfieren la totalidad o parte del riesgo asumido en sus pólizas a cambio de una prima, tuvieran pérdidas, lo que las llevó a reajustar los términos de sus pólizas, o bien a abandonar la actividad o dejar de suscribir en los ramos afectados.

Eso provocó una contracción de la capacidad de contratación, con lo que los precios de los seguros aumentaron y la renovación se hizo compleja, y algunas cadenas hoteleras presentes en zonas más expuestas a eventos climáticos vieron cómo los bienes a la intemperie o los campos de golf dejaban de tener cobertura ante eventos climáticos o ésta se sublimitaba mucho.

Ante el elevado coste de los seguros, hubo clientes que dejaron de contratar coberturas importantes y algunos llegaron a autoasegurarse parcialmente ante determinados riesgos, corriendo con una parte de los daños.

No obstante, Manzano señala que después las compañías se han capitalizado más, han mejorado mucho la gestión del riesgo y hay más dispuestas a cubrir otra vez eventos catastróficos.

Además, ante la evolución de la siniestralidad este año, que, según Marsh, podría cerrar con unas pérdidas aseguradas de 85.000 millones de dólares (73.083 millones de euros), los precios de las renovaciones de seguros seguirán con una tendencia a la baja, aunque no cree que esas bajas sean «muy agresivas».

Lo que sí descarta Marsh es que la mayor siniestralidad generada por eventos climáticos vaya a hacer que algunos no se aseguren y Manzano duda de que, si eso no ha ocurrido ya, se vaya a producir ahora, aunque reconoce que en un determinado momento hubo países, como Puerto Rico, donde fue muy complicado asegurar.

Planeta Sostenible
Síguenos

Pin It on Pinterest