El Tratado de Alta Mar, diseñado para proteger las extensas aguas marinas que no están bajo la jurisdicción de ningún país (constituyendo dos tercios de los océanos), y que representan el hábitat más vasto del planeta, sigue en espera un año después de su aprobación, ya que hasta ahora solo dos de los 193 miembros de las Naciones Unidas lo han ratificado.
Este acuerdo, alcanzado el 4 de marzo de 2023 después de años de negociaciones y formalmente adoptado por la Asamblea General de la ONU en junio, marca un paso significativo hacia el objetivo global de proteger al menos el 30 % de los océanos para 2030, como se establece en el Marco Mundial para la Biodiversidad de Kunming-Montreal.
Las aguas de alta mar, situadas a más de 200 millas náuticas de la costa y compartidas por todos los países, se gestionan mediante una serie de acuerdos y organismos internacionales sin una clara jurisdicción.
Hasta la fecha, el tratado ha sido firmado por 87 países, incluida España, pero solo dos lo han ratificado: Chile, en febrero de este año, y Palau, un mes antes. Por lo tanto, está lejos de entrar en vigor, ya que se requiere la ratificación de al menos 60 estados (entraría en vigor 120 días después de la ratificación número 60).
En este contexto, la Alianza de los Océanos Instigados (High Seas Alliance) ha instado a los líderes mundiales a intensificar sus esfuerzos en la protección de los océanos, ratificando «rápidamente» el Tratado de Alta Mar para que pueda entrar en vigor en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, programada para Niza (Francia) en 2025.
«El tiempo no está de nuestro lado. El registro de temperatura récord del océano en 2023 nos advierte sobre la necesidad de que los líderes mundiales conviertan rápidamente sus palabras en leyes para salvar nuestro océano mundial compartido», advirtió la directora de la Alianza de los Océanos Instigados, Rebecca Hubbard.
La alta mar cubre la mitad del planeta, alberga la mayor diversidad biológica del mundo y desempeña un papel crucial en la regulación del clima, absorbiendo cerca del 30 % del CO2 producido por los humanos cada año, según destacó la organización ecologista.
Esta extensa área oceánica alberga algunos de los ecosistemas más importantes y amenazados del planeta, con solo el 1,5 % completamente protegido.
«Con solo dos países que han ratificado el tratado, solo podrá entrar en vigor si al menos 60 gobiernos lo hacen antes de junio de 2025», advirtió Greenpeace, subrayando que este acuerdo es el más importante en materia ambiental desde el Acuerdo de París sobre cambio climático.
Para Greenpeace, la aprobación del tratado fue una señal de que, incluso en un mundo dividido, «la protección de la naturaleza aún tiene cierta prioridad sobre las rivalidades políticas y los intereses comerciales». Sin embargo, para que sea efectivo en la protección de los océanos, amenazados por la sobrepesca, la contaminación y la minería submarina, debe ser ratificado «antes de que sea demasiado tarde».
Conocido como el Acuerdo sobre la Conservación y Uso Sostenible de la Biodiversidad Marina más allá de las Jurisdicciones Nacionales (BBNJ, por sus siglas en inglés), solo podrá entrar en vigor en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos de junio de 2025 si al menos 60 naciones lo ratifican formalmente, convirtiéndolo en ley internacional, según enfatizó la organización ecologista.
El plazo para la firma del tratado, que indica el interés de un país en ratificarlo, estará abierto hasta el 20 de septiembre de 2025. Después de este período, los estados podrán unirse al mismo (lo que tiene el mismo estatus legal que la ratificación).
La ratificación implica que los países aceptan formalmente el nuevo derecho internacional y el proceso varía según la nación. En algunos casos, se realiza mediante decreto, mientras que en otros, como en el caso de España, se requiere la aprobación del Parlamento.