Rafael Calderón vive en Belén de los Andaquíes, en Caquetá. Es socio del vivero Montealegre, el cual tiene como propósito reproducir plantas nativas amazónicas, solo frutales por ahora, pero con proyección de hacerlo también con maderables y ornamentales.

Trabajar en el reconocimiento y reproducción de semillas amazónicas, según cuenta Rafael, es una oportunidad que viene de la necesidad de la agroindustria amazónica: “hemos valorado más los frutos traídos, lo que viene de afuera; cuando hablamos de la agroindustria se necesita producir materia prima, tener cosecha de frutos amazónicos, de ahí la importancia de promover la siembra y tener disponibilidad de material vegetal que sea del territorio y que responda a las condiciones del mismo”.

Es prioritario desarrollar una economía o modelos económicos que estén acordes a la región. La historia del uso del bosque en el Caquetá habla de bonanzas, dentro de ellas la extracción de madera, pieles, coca y pastos para ganadería, pero la agricultura tiene un gran abanico de posibilidades. Los viveros, por ejemplo, tienen un gran potencial para convertirse en un sistema productivo para el departamento y la Amazonía.

Rafael es oriundo del Caquetá, recuerda trabajar la tierra desde pequeño, sembrar, cosechar, recorrer el bosque con su papá y escuchar historias de vivencias en la selva. “Crecí oyendo historias de pesca, de cacería, cuando iba con indígenas; eso va generando algunas ideas de la relación con el bosque, con los animales y cultivar la tierra, se va generando alguna afinidad”, asegura. Esta conexión ha hecho que Rafael vea el territorio de otra manera y encuentre otras oportunidades en el bosque.

Sostenible y coherente con el territorio

Reverdecer la vida, construyendo mejores condiciones sociales, más solidarias, pasar del yo a nosotros queremos, podemos y tenemos como comunidad, hace parte de la coherencia, según Rafael, de vivir en la Amazonía: “es necesario ser coherentes con el territorio que habitamos y creer en los frutos y semillas que nos da el bosque y potenciarlas, así como lo hemos hecho con especies de afuera, como el aguacate o los cítricos”.

El vivero Montealegre está ubicado a las afueras del municipio de Belén de los Andaquíes y es un proyecto de vida para Rafael y su socio. Ellos buscan demostrar que sí se puede reproducir las especies amazónicas como un sistema productivo y convertirlo en una alternativa real de alimentos, ingresos y conservación.

Además, el vivero se ha consolidado como un espacio para poder llegar a la gente, hablar de la diversidad y riqueza de la región, compartir el conocimiento de las semillas, de las experiencias de reproducción y del amor por el territorio. “El vivero nos da la posibilidad de generar ingresos, pero también, nos permite hablar e inspirar a las personas, contar cómo podemos vivir de forma bonita, tranquila, en armonía con la naturaleza”, señala Rafael.

Una forma diferente de vivir y relacionarnos con la tierra

Durante décadas la tradición ha sido vivir de la tumba del bosque, esa ha sido la cultura de muchos campesinos colonos. Sin embargo, en los últimos años algo ha ido cambiando, los fenómenos climáticos, las épocas largas de sequía, las fuertes lluvias han ido dando un mensaje de la urgencia e importancia de recuperar las zonas deforestadas, de restaurar estos territorios, para lo que Rafael plantea una restauración integral, que involucre el mejoramiento de suelos, caudales de agua, “es la oportunidad de tener alimentos para nosotros, para los animales y tener ingresos económicos para suplir otras necesidades”.

La Amazonía es un lugar único y requiere trabajar todo lo que se pueda para su cuidado, iniciando por conservar las distintas especies y, luego, restaurando, pero no solo los suelos sino nuestra forma de pensar, eso implica no lanzar basura a los ríos, reducir la producción de basura, empezar a alimentarnos diferente, reconociendo los productos naturales del bosque, entendiendo que todos hacemos parte de una cadena, que tener menos basura en los ríos significa más peces, más alimento, mejorar nuestra forma de vivir; lo que hacemos aquí, afecta a otras personas, dice Rafael.

El vivero al que Rafael le ha puesto tanto amor y tiempo será el proveedor de diez mil árboles para restaurar 18 hectáreas en los municipios de Belén de los Andaquíes y San José del Fragua, en la zona de influencia de Parque Nacional Natural Alto Fragua Indi Wasi, con árboles de cacaí, moriche, seje, entre otros. Las fincas de 18 familias que hacen parte del proyecto Áreas Protegidas y Paz restaurarán, buscando tener bosques productivos amazónicos.

Planeta Sostenible
Síguenos

Pin It on Pinterest