Los países miembros de la Unión Europea lograron un consenso unificado con miras a las negociaciones finales con el Parlamento Europeo sobre la nueva Regulación de Envases y Residuos de Envases. El objetivo primordial de esta normativa es llevar a cabo una reducción gradual en el volumen de embalajes utilizados en productos de uso diario.
La posición consensuada por los ministros europeos de Medio Ambiente, congregados en Bruselas, aborda de manera integral «todo el ciclo de vida del embalaje». Establece requisitos dirigidos a garantizar que estos embalajes sean «seguros y sostenibles», insistiendo en que todos los envases sean reciclables y minimizando la presencia de sustancias perjudiciales, según lo informado por el Consejo de la UE en un comunicado.
La perspectiva adoptada por los Estados miembros aborda la gestión de los envases una vez que se convierten en residuos, promoviendo su recolección, clasificación y reciclaje bajo «los estándares más elevados». Se destaca la importancia de que los países mantengan «suficiente flexibilidad para preservar sistemas existentes que funcionen bien».
La Ministra española de Transición Ecológica, Teresa Ribera, en representación de la presidencia española del Consejo de la UE, subrayó la relevancia de esta regulación en la senda hacia una economía circular y una Europa climáticamente neutra. Se resaltó que en 2021, cada ciudadano europeo generó 190 kilos de residuos de envases, con una proyección de aumento del 20% para 2030 si no se implementan cambios significativos.
El objetivo es que los Estados miembros y el Parlamento Europeo lleguen a un acuerdo antes de las elecciones al Parlamento Europeo en junio próximo para la modernización definitiva de esta normativa técnica que ha despertado gran interés en diversos sectores e industrias, desde la comida rápida hasta los ámbitos del plástico, papel, madera y reciclaje.
A pesar de que la Comisión Europea presentó una propuesta original más ambiciosa que las posturas del Consejo de la UE y del Parlamento, el comisario de Medio Ambiente, Virginijus Sinkevicius, instó a buscar un «equilibrio» para cerrar este «expediente complicado».
El Consejo sostiene que la propuesta abarca todo tipo de embalaje, independientemente del material utilizado, y todos los residuos de envases, sin importar su origen. Además, se destaca la necesidad de que los envases sean reciclables, una condición que se aplicará a partir de 2035.
Dentro de las numerosas disposiciones de la normativa, se enfatiza que las bolsitas de té y las etiquetas adhesivas en frutas y verduras deben ser compostables, permitiendo a los Estados miembros exigir que otros envases, como cápsulas de café o bolsas de plástico ligeras, también lo sean.
Los países proponen objetivos para reducir el uso de plástico reciclado en envases para 2030 y 2040, así como reducciones en el embalaje innecesario, con revisiones periódicas por parte de la Comisión. Además, se busca garantizar la recopilación separada del 90% de botellas de plástico de un solo uso y envases de metal para bebidas para 2029, mediante sistemas de devolución de depósitos.
La organización ecologista Cero Desecho Europa considera que la posición de los países representa «una mejora» con respecto a la posición defendida por el Parlamento Europeo.