El comercio de madera ilegal es un tema crucial para el planeta. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) el negocio de la madera ilegal representa entre 50 y 160 billones de dólares al año, siendo China uno de los principales receptores de esta materia prima. En Colombia, la situación no se queda atrás. Según cifras del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el 47% de la madera comercializada proviene de fuentes ilegales.
Según los resultados de la operación Arcadia LAC, desarrollada por la Interpol Latinoamérica y el Caribe, esta problemática está poniendo en jaque varias de las reservas de biodiversidad más valiosas del mundo. En Colombia, se calcula que el tráfico ilegal de madera es causante del 10% de la deforestación en el país, según cálculos del Instituto de Hidrología, Metereología y Estudios Ambientales (Ideam). Además, es uno de los principales motores de deforestación y degradación de los bosques naturales detectados en el reporte de deforestación anual del 2021, desarrollado por la misma entidad.
Johana Herrera, Oficial de Bosques y Cambio Climático de WWF Colombia, explica que la tala ilegal en bosques naturales se hace sin una lógica y un orden, generando dinámicas que no permiten la recuperación de los bosques y causan su degradación. Además, existen distintas ventanas que permiten su desarrollo en zonas tan biodiversas como la Amazonía o el Pacífico: la poca presencia Estatal en algunos territorios, la existencia de grupos armados al margen de la ley relacionados con esta actividad ilícita, los vacíos y limitantes legales, o la facilidad para usar permisos legales para “blanquear” la madera son solo algunas causas que hacen de esta práctica, un fenómeno complejo de combatir. Esto, sumado a los desafíos y altos costos de adquirir permisos de aprovechamiento forestal, elevados costos de extracción, y la dificultad para acceder a créditos monetarios para vender madera legal, desmotivan a las comunidades y a los comerciantes en apostarle a la madera legal. “El negocio de madera legal supone unos costos para todos los actores, así como una contribución en tributos, sin embargo éstos no se ven reflejados o retribuidos en el proceso” añade Herrera.
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¿Qué estoy apoyando cuando compro o vendo productos de madera legal?
¿Sabría diferenciar si el comedor que está comprando o vendiendo está hecho con abarco, caoba, cedro, palorosa, chanul o mangle? Seguramente no, y lo más grave es que todas las especies mencionadas están en peligro de extinción.
Para expertos como John Manrique, Especialista Forestal de WWF Colombia, si se quieren conservar estas y otras especies que hacen de nuestro país el segundo con el mayor número de árboles registrados en el mundo, es necesario apostarle sí o sí al negocio legal de la madera.
Pero, ¿en qué consiste el comercio de madera legal y qué diferencias tiene con el comercio ilegal? Según el Observatorio de Economía Forestal, la madera legal es aquella que se logra desde la fuente. Esto quiere decir que en su siembra y aprovechamiento se han aplicado los conocimientos necesarios para proteger las fuentes hídricas, los suelos y la biodiversidad presentes en el territorio, pues son las mínimas consideraciones ambientales que debe aplicar cualquier proyecto forestal.
Apoyar estos proyectos se convierte en una responsabilidad ambiental partiendo de la idea de que la madera legal supla las necesidades del mercado, evitando la explotación y degradación de bosques naturales, además de ponerle un freno a pérdida de especies que ya están amenazadas, por lo tanto, se convierte en una poderosa estrategia para la protección de los bosques y la biodiversidad en el país. Allí, el papel de los consumidores es esencial, pues son quienes pueden exigir un cambio en la demanda del mercado e imponer nuevas reglas de juego en donde la legalidad y la sostenibilidad sea un factor fundamental para la compra.
Por otro lado, al adquirir productos de madera legal no solo se está apoyando la industria y la potencialización del sector forestal en el país; también se le está apostando a mejorar la calidad de vida de comunidades locales, quienes, desde el ejercicio tradicional del aprovechamiento forestal de sus bosques, buscan obtener un sustento, lo que se convierte en una responsabilidad social.
“Muchas personas tienen la percepción de que el aprovechamiento de los bosques naturales realizado por las comunidades locales produce deforestación; sin embargo, esta situación está alejada de la realidad en muchos casos, pues ancestralmente éstas aprovechan sus bosques de manera sustentable, de acuerdo a las dinámicas propias de los bosques, aportando a su conservación y dando un sustento económico a sus comunidades” explica Manrique.