Enfocar nuestros esfuerzos en la Amazonia nunca había sido tan urgente. En un escenario global de múltiples crisis, esta región juega un rol fundamental para mantener el equilibrio planetario. Hablamos no solo de una de nuestras mayores reservas de carbono, sino de un ecosistema clave para estabilizar y regular los patrones climáticos regionales y globales.
La conservación y gestión sostenible del bioma, mediante áreas protegidas, entre otras estrategias, es vital para ayudar a las comunidades y a la naturaleza a adaptarse al cambio climático, manteniendo o aumentando la salud de los ecosistemas, su integridad y la conexión entre ellos, así como para la mitigación de los impactos de eventos climáticos extremos y para la garantía de servicios ecosistémicos, como agua potable y alimentos.
No obstante, la Amazonia, este bastión para el bienestar de la Tierra, está en riesgo. De acuerdo con el Informe Amazonia Viva 2022, elaborado por WWF, el 18 % de los bosques amazónicos se ha perdido por completo y un 17 % adicional está degradado. La pérdida de cobertura forestal sigue creciendo y el deterioro del Amazonas está llevándolo al denominado ‘punto de no retorno’ (tipping point, en inglés): el momento en el cual todo el ecosistema dejaría de ser una selva tropical para convertirse en una árida sabana. De no actuar ahora, los objetivos climáticos y de biodiversidad globales quedarían fuera de alcance.
El Informe de WF muestra que la pérdida de este bioma afectaría el sustento de alrededor de 47 millones de personas que viven en la Amazonia, incluyendo a 511 grupos de pueblos indígenas y al 10 % de la biodiversidad del planeta, agravando las crisis mundiales del clima y la naturaleza. Además, el deterioro del Amazonas pone en jaque la seguridad alimentaria y haría imposible mantener el aumento de temperatura global por debajo de 1,5°C (meta establecida en el Acuerdo de París), ya que este bosque almacena entre 367 y 733 Gt de CO2 en su vegetación y sus suelos.
Al mismo tiempo, el carbono almacenado durante siglos en la Amazonia también se está liberando a un ritmo acelerado, debido a la deforestación, los incendios y las actividades productivas no sostenibles. A pesar de las severas advertencias de que esta región se enfrenta al punto de no retorno, la deforestación se está acelerando en lugar de disminuir.
Revertir esta tendencia y proteger el 80 % del bosque tropical requerirá asegurar y ampliar las áreas protegidas y los territorios indígenas protegidos, que actualmente representan la mitad del bioma y los cuales deben ser gobernados y gestionados de manera equitativa, junto con enfoques integrados de gestión del paisaje para la conservación y el desarrollo sostenible.
Las amenazas a la Amazonia deben detenerse a través de medidas urgentes, como proteger el 80 % de la selva tropical para 2025 (80×25). En el caso de Colombia, en la región amazónica del país existen 7 Parques Nacionales, dos Reservas Naturales, además del Santuario de Flora y Fauna Isla de la Corota y el sitio Ramsar La Cocha, ambos localizados en el Departamento de Nariño. Es necesario seguir ampliando tanto el número de estas áreas como su extensión.
Adicionalmente, es necesario actuar decididamente para detener la deforestación ilegal, incluyendo una ambiciosa estrategia de integración de políticas regionales que fortalezca la agenda normativa y los incentivos financieros en materia de importaciones cero deforestación, conservación, escalamiento de la bioeconomía, gestión forestal sostenible y control de minería ilegal.
Con el fin de articular esfuerzos, establecer prioridades, asignar financiamiento y proporcionar directrices estratégicas para la acción inmediata y futura en la Amazonía, los presidentes de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela, así como de otros países considerados socios de cooperación de la región, se reunirán en el marco de la Cumbre Amazónica que se celebra del 4 al 9 de agosto en Belém do Pará, Brasil.
En la Cumbre, los presidentes también buscarán renovar el Tratado de Cooperación Amazónica (TCA) y su Organización conexa (OTCA), con una firme y ambiciosa declaración con fechas acordadas para la construcción de un Plan de Acción hacia el 2030 y una estrategia de implementación, construidos inclusivamente y basados en derechos, mediante el cual los gobiernos se comprometan a detener la deforestación y la minería ilegal de oro, y a conservar el 80 % de la Amazonía.
Contar con el liderazgo de los gobiernos de los países amazónicos, a través de compromisos firmes y efectivos en la Cumbre Amazónica, es clave para cambiar la trayectoria actual de la región.
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