El ataque de fuerzas rusas a la central nuclear de Zaporiyia y su posterior toma de control traslada el foco a la seguridad de determinadas infraestructuras de energía especialmente sensibles y sometidas al riesgo de un conflicto bélico.

Eso en un país, como Ucrania, en el que está la antigua central de Chernóbil, donde en 1986 un accidente nuclear generó la mayor tragedia de ese tipo en la historia.
Y con la particularidad de que la de Zaporiyia es incluso de superior dimensión, hasta el punto de que es la mayor del continente.

Objetivo militar, como otras infraestructuras de energía, las tropas rusas consiguieron tomar la central de Zaporiyia, confirmó el regulador nuclear estatal de Ucrania, que añadió que el personal de la planta controla el estado de los bloques y garantiza su correcto funcionamiento.

Los reactores de la central permanecen intactos y no se han registrado cambios en el estado de radiación en el momento actual, señala el regulador. Especialistas de este organismo están en contacto con los ingenieros de la planta atómica.

De madrugada los bomberos habían logrado sofocar un incendio en el centro de formación de la central, que se había iniciado tras el ataque de las fuerzas rusas

El ministro de Energía de Ucrania, Herman Galuschenko, denunció que las tropas rusas emplearon fuego de tanques, de artillería y cohetes contra la central nuclear de Zaporiyia, «a sabiendas de las consecuencias catastróficas de sus acciones».

Rusia negó haber atacado la central de Zaporiyia con tanques, artillería y cohetes, y denunció que el incidente en esta instalación fue una «provocación» llevada a cabo por un grupo de sabotaje ucraniano.

El director general de la agencia nuclear de la ONU, el argentino Rafael Grossi, criticó que la seguridad de la mayor central nuclear de Europa se haya visto comprometida por un ataque ruso, pero tranquilizó al señalar que no se han producido escapes radiactivos.

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