El correcto desarrollo y crecimiento de los niños, en el ámbito nutricional, debe ser una prioridad para los padres y un punto clave a señalar para los médicos pediatras. En la actualidad, se generó una gran conversación alrededor del tema; instituciones como la Fundación Universitaria de la Salud y el Hospital Infantil Universitario de San José han organizado espacios con el fin de fortalecer la comunidad médica en su enfoque de la nutrición en edades tempranas. A partir de las conversaciones sostenidas durante este encuentro, surgieron una serie de preguntas y respuestas que abordan cómo los padres y las familias pueden enfrentar esta situación en sus hogares.
Es importante resaltar que, en el ámbito de la pediatría, la medición de peso y estatura es fundamental para evaluar el crecimiento y el estado nutricional de los niños. A partir de los cinco años, se calcula el índice de masa corporal (IMC) utilizando estos datos, lo que proporciona una herramienta para realizar una primera evaluación antropométrica y un diagnóstico nutricional de los infantes. Sin embargo, es importante reconocer que el IMC, aunque valioso, tiene limitaciones en términos de brindar una imagen completa de la composición corporal.
El IMC brinda información sobre la relación entre el peso y la estatura de un niño, pero no permite obtener detalles específicos sobre la distribución de este. Es decir, no especifica si la mayor proporción del peso corresponde a tejido muscular saludable o la grasa acumulada. Esta diferencia es importante, ya que el desarrollo ideal en la infancia no solo se trata de alcanzar un peso y estatura, sino también de fomentar la formación de masa muscular, un componente esencial para un crecimiento saludable.
Pero ¿Cómo se puede garantizar una composición corporal adecuada para fomentar la salud óptima de un niño?
Promover la adopción de hábitos alimenticios saludables desde la gestación, resaltando la crucial importancia de una nutrición adecuada durante el período prenatal. Esto incluye el consumo de alimentos especialmente ricos en Ácido Fólico, que no solo contribuyen a prevenir padecimientos mortales del tubo neural en el bebé, sino que también establecen una base sólida para su desarrollo integral.
Promover la lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses de acuerdo a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.
Fomentar una alimentación familiar balanceada, abarcando todos los grupos de alimentos y asegurando un adecuado aporte de proteínas de alto valor biológico. Se sugiere una variedad de alimentos, incluyendo frutas, verduras, lácteos y grasas saludables como el aceite de oliva, junto con la incorporación de pescados y cereales integrales.
Eliminar el consumo de alimentos ultraprocesados y reducir la ingesta de azúcares refinados y bebidas gaseosas, ya que estos productos tienden a proporcionar calorías vacías y carecen de nutrientes esenciales. Se enfatiza la importancia de optar por agua como bebida principal y consumirla de manera constante a lo largo del día.
Promover la adopción de hábitos de actividad física consistentes, con el objetivo de lograr un mínimo de 150 minutos de actividad física moderada por semana. Esto se puede lograr a través de períodos de actividad de al menos 10 minutos, realizados dos veces al día. Además, es crucial restringir el tiempo dedicado a pantallas y dispositivos electrónicos, especialmente en niños menores de 14 años. Se recomienda encarecidamente limitar el uso de tablets o teléfonos inteligentes a no más de 10 minutos al día en esta franja de edad.
¿Qué señales podrían indicar problemas?
Si el niño no experimenta un aumento de peso acorde a las tablas de crecimiento internacionalmente reconocidas, como los estándares de crecimiento establecidos por la Organización Mundial de la Salud, esta evaluación debe ser llevada a cabo por su médico o profesional de la salud durante las visitas mensuales de prevención física durante el primer año de vida y de manera anual a partir del segundo año en adelante.
Cuando el crecimiento en altura del niño se ha estancado, lo que podría ser un indicativo de posibles problemas de desarrollo.
También es un indicador de alerta si los padres comienzan a percibir desafíos o déficits de atención en el niño, dificultad o retraso en el habla, dificultades en el aprendizaje entre otros, lo cual podría requerir una evaluación más detallada por parte de profesionales de la salud.
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