California, Argentina, Puerto Rico, Cuba, Portugal o el Cuerno de África constituyen sólo algunas de las zonas afectadas por la sequía, uno de los principales problemas ambientales que no entiende de fronteras y al que hay que poner el foco coincidiendo este viernes con el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía.

El pasado martes Kiribati, uno de los países del Pacífico que ya vive los efectos de la crisis climática, sufre una grave sequía que, unida a la alta concentración de sal en sus acuíferos, le ha llevado a declarar el estado de desastre.

Esta declaración responde a la creciente salinidad de las fuentes de agua, así como el registro de niveles de lluvia por debajo de los récords en Kiribati y a los pronósticos de que la situación continuará hasta finales de año.

Este lunes se conocía que el área metropolitana de la ciudad de Gqeberha, principal ciudad del sureste de Sudáfrica, está en grave riesgo de quedarse sin agua por las escasas reservas con las que cuentan las presas de la zona debido a la prolongada sequía que padece la región.

La presa Churchill se encontraba a un nivel del 9 % y se estimaba que podría dar agua durante 11 días más, mientras que la presa Loerie se situaba al 44 %, con una capacidad estimada de 37 días más de suministro.

El director de la oficina del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, Michael Dunford, alertaba en febrero de este año de que el Cuerno de África padecía su peor sequía desde 1981, una situación que ha abocado al hambre a unos 13 millones de personas en Etiopía, Kenia y Somalia.

Esta situación, según Dunford, requería una intervención humanitaria inmediata y un apoyo constante a las comunidades para desarrollar su resiliciencia de cara al futuro.

La ONG Consejo Noruego de Refugiados (NRC por sus siglas en inglés) informaba el pasado abril de que al menos 745.000 personas se vieron forzosamente desplazadas por la devastadora sequía que golpea Somalia -la peor de las últimas cuatro décadas

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