Tras una inversión superior a los 4.100 millones de pesos, Cornare, la Gobernación de Antioquia y las administraciones municipales realizaron el acto de cierre de la primera fase del programa Seguridad Alimentaria, Nutricional, Ambiental y Resiliente – SANAR, con el cual se logró fortalecer la seguridad alimentaria y nutricional, la educación ambiental y el desarrollo sostenible, con un enfoque integral que contempla la adaptación frente a la variabilidad climática.

SANAR es una estrategia que se consolidó como un modelo de sostenibilidad rural en los 26 municipios de la jurisdicción que benefició directamente a 1.190 familias rurales y a 130 instituciones educativas a través de la implementación de prácticas agroecológicas, el fortalecimiento de la soberanía alimentaria y la generación de capacidades comunitarias frente a los efectos del cambio climático.

Entre los logros más destacados de esta primera fase se encuentran:

  • La instalación de 130 sistemas de riego por goteo que promueven el uso eficiente del agua.
  • La creación de 1.320 biofábricas para la producción de insumos orgánicos.
  • La siembra de 24,6 hectáreas con cultivos de fríjol y maíz bajo enfoque ecológico.
  • El establecimiento de 288 hectáreas con cormos de plátano y árboles frutales y maderables.
  • La realización de seis ferias regionales de semillas, saberes y sabores como espacios para el intercambio técnico, cultural y ambiental. Además, el enfoque social e inclusivo del programa permitió que el 57% de las personas beneficiadas fueran mujeres rurales, y que el 23,7% correspondiera a personas con discapacidad y adultos mayores, fortaleciendo así procesos educativos intergeneracionales y comunitarios con perspectiva de equidad.

El programa contempló también acompañamiento técnico en agroecología, protección del suelo, ferias de semillas, talleres comunitarios y espacios para el intercambio de saberes entre agricultores.

Todo esto enmarcado en una visión que promueve el acceso a alimentos saludables y sostenibles y que se adapta a las realidades rurales de la región. Es así como a través de SANAR no solo se mejoró la seguridad alimentaria de las comunidades, sino que dejó una huella ambiental positiva en el territorio.

Al promover prácticas agrícolas sostenibles, reducir la dependencia de agroquímicos e insumos externos, y fomentar la recuperación de semillas nativas, se fortaleció la resiliencia de los ecosistemas y se impulsó la adaptación al cambio climático desde lo local.

“Este proyecto demuestra que es posible transformar realidades rurales con una mirada integral que articule producción de alimentos, cuidado ambiental y conocimiento ancestral. Cada semilla sembrada, cada biofábrica instalada y cada gota de agua reutilizada son pasos concretos hacia un territorio más sostenible y soberano”, afirmó Javier Valencia González, director general de Cornare.

Durante el acto de cierre se reconoció el compromiso de las comunidades, alcaldías, instituciones educativas y organizaciones aliadas como Masbosques, que hicieron posible esta apuesta integral por el bienestar de las familias campesinas y la protección de los ecosistemas.

El evento contó con la participación de alcaldes y secretarios de medio ambiente, representantes comunitarios, docentes, estudiantes y líderes rurales, quienes compartieron sus experiencias en paneles temáticos que destacaron el impacto educativo, comunitario y social del proyecto.

La jornada también incluyó una feria de sabores e intercambio de semillas, muestras culturales y trova campesina, como un homenaje a la identidad rural y al conocimiento tradicional que fue parte fundamental de este proceso.

Con esta clausura, Cornare y sus aliados reafirmaron su compromiso de seguir impulsando la segunda etapa de este programa y otros procesos rurales que unan sostenibilidad, equidad social y adaptación ambiental desde las comunidades.

 

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