Recientemente investigadores del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas SINCHI, del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia y de la Universidad de Richmond (USA), describieron tres nuevas especies de anfibios del género Synapturanus de la Amazonía colombiana.
Estas ranas, de la familia Microhylidae, viven bajo la hojarasca y la capa de raicillas del bosque amazónico. La postura de sus huevos la hacen en pequeñas oquedades en el suelo. Como se encuentran ocultas, son poco conocidas y apenas se les oye cantar con unas notas tenues, especialmente cuando llueve. La tala del bosque y las quemas reiteradas con el fin de generar pasturas, cambian la estructura del suelo, lo compactan y eliminan irreversiblemente el microhábitat de estas especies. Para ellas, esta trasformación es equivalente a pavimentar el suelo.
Las primeras tres especies del género fueron descritas en la década de los 70 del siglo pasado. Sólo 44 años después, gracias al esfuerzo de revisar colecciones históricas, cada una con poco material dado que los individuos son difíciles de
observar y, por lo tanto, no son frecuentes en este tipo de acopio, se describieron otras tres especies de la Guayana Francesa, Brasil y Guyana, una más de Perú y tres más de la Amazonía en Colombia.
No obstante, por evidencia molecular, se estima una mayor diversidad que la descrita actualmente y se presume que, por los hábitos ecológicos y la poca capacidad de desplazamiento, los ríos pueden constituir barreras de dispersión. Esto significaría entonces, que grandes extensiones de deforestación pueden afectar especies de este género que ni siquiera llegaremos a conocer.
Las protagonistas de esta historia son Synapturanus artifex, Synapturanus sacratus y Synapturaus latebrosus. Esta última, en riesgo por el deterioro de su hábitat.
La labor que desde la investigación científica se hace para la descripción de nuevas especies, resulta en un consolidado de datos propuestos como herramienta para la toma de decisiones informadas.
Con la generación de conocimiento y el acceso oportuno a este, es posible migrar hacia escenarios que promuevan acciones de prevención para el cuidado de los ecosistemas y la conservación de especies en los que el ejercicio de planeación de los territorios se haga de manera responsable y con la participación de los pobladores, para conservar la vida humana y la biodiversidad.
Ser el segundo país más biodiverso del planeta y tener el 42% del territorio en la Amazonía, nos ubica frente a una responsabilidad enorme sobre su conocimiento, y su uso sostenible.
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