“Mientras el mundo se enfrenta a la crisis de la caza furtiva y el comercio ilegal de vida silvestre, los guardaparques en la primera línea de la protección de nuestra vida silvestre y recursos naturales están expuestos a situaciones peligrosas y potencialmente mortales. He sido testigo de esto mientras trabajaba en los parques y áreas protegidas en Africa, Asia y América Latina”, dice Margaret Kinnaird, Líder de Prácticas y Vida Silvestre de WWF International, para confirmar que los hallazgos de la encuesta mundial demuestran la necesidad de que los gobiernos mejoren la calidad de vida de los guardaparques.
Este reporte, en el que se tuvieron en cuenta las opiniones de 7.110 funcionarios del sector público —encuestados en cientos de sitios en 28 países—, revela que una gran cantidad de guardaparques no tienen necesidades básicas resueltas, como vivienda decente, atención médica y un seguro de salud adecuado. Por ejemplo, el 33.9% dijo no tener acceso a refugio durante patrullajes nocturnos, y el 28.9% aseguró no tener tiendas de campaña.
Además, un poco más de la mitad (54.7%) de los guardaparques del mundo piden mejores condiciones de trabajo o tiene seguro médico por lesiones graves que ocurran en el trabajo, y el mismo porcentaje no tiene seguro por muerte laboral.
En total, un 51.8% dice no tener el tratamiento médico adecuado cuando lo requiere. Al mismo tiempo, muchos funcionarios manifiestan la falta de recursos esenciales para protegerse al patrullar: el 55.6% dijo no tener mosquiteros (esenciales para evitar enfermedades como el dengue y la malaria); y el 29.5% dijo no tener agua potable. En total, el 46.9% dijo no tener necesidades básicas cubiertas (como agua y sanitario).
Sobre estos resultados, Carlos R. Carrión-Crespo, especialista sectorial para el Servicio Público de la Organización Internacional del Trabajo, explicó que los guardaparques se enfrentan a numerosos desafíos en sus frentes profesionales y personales. “Apenas existe algún intento a nivel global para entenderlo. Este es quizás el primer informe de su tipo en documentar los peligros incalculables de un guardaparques, cubriendo los numerosos problemas profesionales y personales que dictan y dan forma al desempeño en el campo”.
¿Qué pasó en América Latina?
En América Latina, donde participaron funcionarios de áreas protegidas de Paraguay, Guyana, México, Colombia, Perú y Brasil, los resultados también evidenciaron deficiencias en la calidad de vida de los guardaparques: el 96% no recibe compensación por tiempo extra ni por condiciones peligrosas en su labor; el 53.5% no recibe una incapacidad paga; el 62.3% no tiene vacaciones anuales pagas; el 51.5% no tiene contratos indefinidos y el 4.4% no tiene contrato.
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En cuanto a la capacitación, el 31.6% aseguró que no fue suficiente para asumir las responsabilidades laborales; durante el patrullaje, el 62% no tiene acceso a mosquitero y el 21.9% no tiene agua potable; y en temas de salud, el 54.7% no tiene seguro en caso de un accidente grave y el 67.7% no tiene cobertura en caso de muerte.
En total, el 63% considera que sus esfuerzos no se ven recompensados por las organizaciones para las que trabajan y el 50% no está satisfecho con sus oportunidades de ascenso y promoción. Esto, sin embargo, contrasta con la opinión que tienen los funcionarios sobre su labor: el 98% está orgulloso de lo que hace y el 86.6% está convencido de que sus colegas podrían arriesgar sus propias vidas para ayudarlos en una emergencia.
De acuerdo con estadísticas de la Federación Internacional de Guardaparques, en 2019, 137 guardaparques perdieron la vida y, según el informe Global Witness, publicado el 30 de julio, 19 guardabosques y empleados públicos dedicados a la protección del medioambiente, fueron asesinados en el mundo. En Colombia, a finales de 2019 Parques Nacionales reveló que las áreas protegidas más críticas para los guardaparques son: Sierra Nevada de Santa Marta, Macarena, Tinigua, Picachos, Catatumbo, Paramillo, Orquídeas, La Paya, Farallones, Nukak, y Sanquianga.
«Mi deseo es que los hallazgos de la encuesta provoquen una mayor inversión gubernamental que conduzca a mejoras importantes en las condiciones de vida y trabajo de los guardaparques. Estos son los hombres y mujeres que protegen nuestro patrimonio natural y merecen nuestra atención, participación y más profundo respeto”, indicó Margaret Kinnaird.
La implementación de estas soluciones requerirá una fuerte voluntad política, inversión financiera y colaboración conjunta con las muchas organizaciones que trabajan con los guardaparques y por la conservación en general.
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