Los ministros de Energía y Clima del G7 cerraron este viernes su reunión en Berlín con un compromiso para impulsar la independencia de los combustibles fósiles, en particular el carbón, y emplear recursos de forma más sostenible, con el fin de proteger el clima y el medioambiente.

La ministra alemana de Clima y Medio Ambiente, Steffi Lemke, que presentó los resultados junto con su colega de gabinete Robert Habeck, vicecanciller y titular de Energía, calificó la reunión, en la que se abordaron las «tres grandes crisis del clima, la biodiversidad y la polución» de «éxito».

Se trata de problemas que no se pueden «evitar», ni «postergar», subrayó, pero el club de naciones industrializadas, que junto a Alemania incluye a Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Italia y Japón, «acepta el desafío».

Por ello, además de dar pasos hacia la descarbonización del suministro eléctrico, los titulares decidieron que el nuevo marco global para la biodiversidad debe ser finalizado este año y acordaron mejorar la financiación para luchar contra la extinción de especies hasta 2025.

Además, el G7 llegó a un acuerdo para proteger el 30 % de los océanos hasta 2030, adoptar medidas a nivel nacional contra la polución por plásticos y para hacer más sostenibles las cadenas de suministros y, finalmente, crear un nuevo plan de trabajo para mejorar la eficiencia en el uso de recursos.

No obstante, aunque ya no es posible detener el cambio climático, sí que es factible frenarlo, indicó.

En este sentido, señaló que los reunidos han conseguido consensuar objetivos concretos, como por ejemplo el ahorro en emisiones de metano y un paso «fundamental» en la descarbonización, el compromiso de que para 2035 el sector eléctrico en todo el G7 ya solo dependa del carbón en mínima medida.

Acordaron también descarbonizar el transporte hasta 2030 a través de la incentivación del uso de vehículos de emisiones cero.

Habeck subrayó también la importancia del consenso para eliminar de forma progresiva las subvenciones a los combustibles fósiles y destacó que, pese a la complejidad de la cuestión, es «absurdo» utilizar el dinero del contribuyente para financiar actividades dañinas para el medioambiente.

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